Nunca es tarde para volver a disfrutar adivinando figuras curiosas en las nubes. ¿Jugamos?
domingo, 30 de septiembre de 2012
sábado, 29 de septiembre de 2012
Gabriela Mistral: "Las Nubes"
Nubes vaporosas,
nubes como tul,
llevad l'alma mía
por el cielo azul.
¡Lejos de la casa
que me ve sufrir,
lejos de estos muros
que me ven morir!
Nubes pasajeras,
llevadme hacia el mar,
a escuchar el canto
de la pleamar,
y entre la guirnalda
de olas cantar.
Nubes, flores, rostros,
dibujadme a aquel
que ya va borrándose
por el tiempo infiel.
Se desgaja mi alma
sin el rostro de él.
Nubes que pasáis,
nubes, detened
sobre el pecho mío
la gresca merced.
¡Abiertos están
mis labios de sed!
jueves, 27 de septiembre de 2012
El arte redefine tu percepción de la realidad.
Edgar Müller (o Mueller), es un artista alemán, maestro en una técnica pictórica llamada “anaformismo”,
que consiste en engañar a la vista jugando con la perspectiva y otros
efectos ópticos.
Nació en Mülheim/ Ruhr el 10 de Julio de 1968 y creció en
la ciudad de Straelen en el lado oeste de Alemania. Su fascinación
por la pintura inició en su niñez, con pinturas de escenas rurales de
Straelen.
A los 16 años, inspirado por los trabajos temporales que veía de camino al instituto, decidió presentarse a una competencia internacional de pintores urbanos; tres años después ganó ésta misma competencia con una copia del famoso "Cristo en Emmaus" de Caravaggio.
Desde 1998, Edgar Müler ha ostentado el título de "Maestro Madonnari" (Maestro de pintura urbana), título otorgado en el "The Grazie Festival" (el Festival de Pintura Urbana más grande del mundo que se lleva a cabo en Italia), y merecido por muy pocos artistas alrededor del mundo.
Desde los 25 años, Müller decidió dedicarse de lleno a la pintura urbana. Ha viajado alrededor del mundo, viviendo de su arte temporal. Ha impartido talleres en escuelas y fue co-organizador y miembro del comité en varios festivales de pintura urbana. Müller organizó el primer (y único hasta ahora) Comité de Pintores Urbanos en Internet en Alemania- un foro designado para promover la solidaridad entre los pintores Alemanes e Internacionales.
Durante muchos años, Edgar Müller presentó las grandes obras de
antiguos maestros, dibujando sus copias perfectas a los pies de los
observadores. Müller invitó a su audiencia a compartir su fascinación
por el arte de los antiguos maestros, ayudándolos a comprender mejor su
visión del mundo.
A pesar de haber participado con artistas de renombre y de extensos
estudios en el campo del diseño de la comunicación, Edgar es de hecho,
un autodidacta. Siempre buscando nuevas maneras de expresarse.
Inspirado por la ilusión tridimensional de las pinturas
(particularmente las de Kurt Wenner y Julian Beever) ahora busca ésta
nueva forma de arte, creando su propio estilo.
Por su formación en pintura tradicional y comunicación moderna,
Müller utiliza un lenguaje más simple y gráfico para su arte. Pinta
sobre grandes áreas de la vida pública y les de una nueva apariencia,
retando la percepción de quienes transitan por ahí. Así el observador se
vuelve parte del escenario ofrecido, cambiando la pintura en sí en su
paso por la escena.
La técnica que utiliza Müller se denomina
anaformismo, aunque vulgarmente también se la conoce como “trampantojo”
o “trompe l’œil”, expresión francesa que significa
“engañar al ojo”. Esta técnica consiste en engañar a la vista, jugando con la
perspectiva y otros efectos ópticos que doten a la obra de un aspecto
tridimensional.
"Fui el último (funcionario de la NASA)
en ser formado en pintura.
De cierta forma, es una etapa pérdida.
|
Este artista estadounidense ha trabajado más de 30 años pintando magistrales obras de arte, repletas de ilusiones ópticas, en lugares públicos.
Antes de dedicarse a la pintura, Wenner trabajó como dibujante durante dos años en la NASA. Allí se adentró en el mundo de las perspectivas y las proporciones, incluso, antes de que las mismas computadoras dominaran ese campo, y realizó diseños para futuros proyectos espaciales y paisajes extraterrestres basados en los descubrimientos científicos que realizaba la agencia.
Antes de dedicarse a la pintura, Wenner trabajó como dibujante durante dos años en la NASA. Allí se adentró en el mundo de las perspectivas y las proporciones, incluso, antes de que las mismas computadoras dominaran ese campo, y realizó diseños para futuros proyectos espaciales y paisajes extraterrestres basados en los descubrimientos científicos que realizaba la agencia.
Wenner
asegura que concebir y finalizar una obra le toma cerca de tres
semanas. Actualmente, trabaja haciendo pinturas por encargo en ciudades
como Estambul, en Turquía, y Osaka, en Japón. Dice que ha recibido
propuestas de Brasil, pero ninguna se ha concretado aún. Esta obra que
vemos abajo fue hecha para Greenpeace, en 2010, en el marco de una
petición para frenar los cultivos transgénicos.
En esta ocasión el tridimensional
artista había aterrizado en la estación londinense de Waterloo, pare
deleitar con sus pinturas a los apresurados pasajeros. No olviden visitar su página web oficial, donde encontrarán muchas más imágenes de sus obras e información sobre este gran artista.
Obras tridimensionales de Julian Beever
Julian Beever es un artista británico que realizaba en su etapa inicial retratos de personas famosas, para captar la atención inmediata por parte de los transeúntes.
Desarrolló sus obras tridimensionales o "ilusiones anamórficas" sobre el pavimento a principios de los 90. Estos llegaron a ser muy conocidos a principios del 2000 y entonces consiguió interesantes acuerdos comerciales.
"Todo empezó cuando yo estaba en una calle peatonal en Bruselas, donde había un viejo jardín con un espacio rectangular de losas que me dio la idea de convertir lo en una piscina tirada en medio de la calle!, funcionó tan bien que intenté hacer otras variaciones con la gente que cayendo al vacío; depronto me di cuenta que si se podía fingir que las cosas estaban dentro del pavimento, también sería posible que parecieran estar fuera de él."
Algunos lo llamaban "el Picasso del pavimento", pero dice que si bien
eso es halagador, su trabajo tiene poco en común con el Maestro español.
Beever es ahora una gran demanda de negocios corporativos y ha
trabajado en 28 países diferentes.
Fuentes:
http://www.metanamorph.com/
http://www.julianbeever.net/
miércoles, 26 de septiembre de 2012
Gabriela Mistral : " Amanecer "
Hincho mi corazón para que entre
como cascada ardiente el Universo.
El nuevo día llega y su llegada
me deja sin aliento.
Canto como la gruta que es colmada
canto mi día nuevo.
Por
la gracia perdida y recobrada
humilde soy sin dar y recibiendo
hasta que la Gorgona de la noche
va, derrotada, huyendo.
humilde soy sin dar y recibiendo
hasta que la Gorgona de la noche
va, derrotada, huyendo.
Incluido en el poemario "Lagar" de Gabriela Mistral.
Imagen: "Trigo al amanecer" (1889) de Vincent Van Gogh.
Publicado por: Ondine
Publicado por: Ondine
martes, 25 de septiembre de 2012
Cómo salvar a 30 delfines en 3 minutos.
Hace seis meses un grupo de bañistas que se encontraban en la playa Arraial do Cabo en Río de Janeiro, Brasil, se quedaron atónitos al ver como 30 delfines llegaban hasta la orilla arrastrados por una fuerte corriente
oceánica.
Tras unos 35 segundos contemplando la desastrosa escena, sin saber
bien qué podían hacer, los guardacostas y bañistas empezaron a ayudar a los delfines a volver mar adentro tomándolos por
la cola.
Fue así como en menos de tres minutos devolvieron a los 30 mamíferos al mar, recordando y recordándonos que la vida puede ponernos a prueba repentinamente y que, para bien o para mal, nuestras acciones pueden ser extremadamente decisivas.
Publicado por: Ondine
lunes, 24 de septiembre de 2012
Yo no tengo soledad.
"Esperanza" del pintor victoriano G.F.Watts. |
de las sierras hasta el mar.
Pero yo, la que te mece,
¡yo no tengo soledad!
Es el cielo desamparo
si la luna cae al mar.
Pero yo, la que te estrecha,
¡yo no tengo soledad!
Es el mundo desamparo
y la carne triste va.
Pero yo, la que te oprime,
¡yo no tengo soledad!
"Ternura"
de Gabriela Mistral.
domingo, 23 de septiembre de 2012
sábado, 22 de septiembre de 2012
Gabriela Mistral: " La Bailarina "
La bailarina ahora está danzando
la danza del perder cuanto tenía.
Deja caer todo lo que ella había,
padres y hermanos, huertos y campiñas,
el rumor de su río, los caminos,
el cuento de su hogar, su propio rostro
y su nombre, y los juegos de su infancia
como quien deja todo lo que tuvo
caer de cuello y de seno y de alma.
En
el filo del día y el solsticio
baila riendo su cabal despojo.
Lo que avientan sus brazos es el mundo
que ama y detesta, que sonríe y mata,
la tierra puesta a vendimia de sangre,
la noche de los hartos que ni duermen
y la dentera del que no ha posada.
baila riendo su cabal despojo.
Lo que avientan sus brazos es el mundo
que ama y detesta, que sonríe y mata,
la tierra puesta a vendimia de sangre,
la noche de los hartos que ni duermen
y la dentera del que no ha posada.
Sin
nombre, raza ni credo, desnuda
de todo y de sí misma, da su entrega,
hermosa y pura, de pies voladores.
Sacudida como árbol y en el centro
de la tornada, vuelta testimonio.
de todo y de sí misma, da su entrega,
hermosa y pura, de pies voladores.
Sacudida como árbol y en el centro
de la tornada, vuelta testimonio.
No
está danzando el vuelo de albatroses
salpicados de sal y juegos de olas;
tampoco el alzamiento y la derrota
de los cañaverales fustigados.
Tampoco el viento agitador de velas,
ni la sonrisa de las altas hierbas.
salpicados de sal y juegos de olas;
tampoco el alzamiento y la derrota
de los cañaverales fustigados.
Tampoco el viento agitador de velas,
ni la sonrisa de las altas hierbas.
El
nombre no le den de su bautismo.
Se soltó de su casta y de su carne
sumió la canturia de su sangre
y la balada de su adolescencia.
Se soltó de su casta y de su carne
sumió la canturia de su sangre
y la balada de su adolescencia.
Sin
saberlo le echamos nuestras vidas
como una roja veste envenenada
y baila así mordida de serpientes
que alácritas y libres le repechan
y la dejan caer en estandarte
vencido o en guirnalda hecha pedazos.
como una roja veste envenenada
y baila así mordida de serpientes
que alácritas y libres le repechan
y la dejan caer en estandarte
vencido o en guirnalda hecha pedazos.
Sonámbula,
mudada en lo que odia,
sigue danzando sin saberse ajena
sus muecas aventando y recogiendo
jadeadora de nuestro jadeo,
cortando el aire que no la refresca
única y torbellino, vil y pura.
sigue danzando sin saberse ajena
sus muecas aventando y recogiendo
jadeadora de nuestro jadeo,
cortando el aire que no la refresca
única y torbellino, vil y pura.
Somos
nosotros su jadeado pecho,
su palidez exangüe, el loco grito
tirado hacia el poniente y el levante
la roja calentura de sus venas,
el olvido del Dios de sus infancias.
su palidez exangüe, el loco grito
tirado hacia el poniente y el levante
la roja calentura de sus venas,
el olvido del Dios de sus infancias.
Incluido en el poemario "Lagar" de Gabriela Mistral.
Imagen: "La Bailarina" (1939) de Salvador Dalí.
Publicado por: Ondine
viernes, 21 de septiembre de 2012
Capturando instantes * * * * *
Fotografía de Andres Stapff.
La
ONG "Rescate Fauna Marina" salvó a esta cría de delfín que nadaba a la
deriva, con el
cordón umbilical aún enrollado sobre su cuerpo, en aguas de Piriapolis, a 90 kilómetros de Montevideo.
miércoles, 19 de septiembre de 2012
Gabriela Mistral: " II CORDILLERA "
¡Cordillera de los Andes,
Madre yacente y Madre que anda,
que de niños nos enloquece
y hace morir cuando nos falta;
que en los metales y el amianto
nos aupaste las entrañas;
hallazgo de los primogénitos,
de Mama Ocllo y Manco Cápac,
tremendo amor y alzado cuerno
del hidromiel de la esperanza!
|
lunes, 17 de septiembre de 2012
Gabriela Mistral: "Piececitos".
Piececitos de niño,
azulosos de frío,
¡cómo os ven y no os
cubren,
Dios mío!
¡Piececitos heridos
por los guijarros todos,
ultrajados de nieves
y lodos!
El hombre ciego ignora
que por donde pasáis,
que por donde pasáis,
una flor de luz viva
dejáis;
que allí donde ponéis
la plantita sangrante,
el nardo nace más
fragante.
Sed, puesto que marcháis
por los caminos rectos,
heroicos como sois
perfectos.
Piececitos de niño,
dos joyitas sufrientes,
¡cómo pasan sin veros
Publicado por : Ondine
domingo, 16 de septiembre de 2012
sábado, 15 de septiembre de 2012
Gabriela Mistral: "Tres árboles".
Julia Butterfly Hill, sobre una de las ramas de la milenaria secuoya "Luna", su hogar durante 738 días. |
Tres árboles caídos
quedaron a la orilla del sendero.
El leñador los olvidó, y conversan,
apretados de amor, como tres ciegos.
El sol de ocaso pone
su sangre viva en los hendidos leños
¡y se llevan los vientos la fragancia
de su costado abierto!
su sangre viva en los hendidos leños
¡y se llevan los vientos la fragancia
de su costado abierto!
Uno, torcido, tiende
su brazo inmenso y de follaje trémulo
hacia otro, y sus heridas
como dos ojos son, llenos de ruego.
su brazo inmenso y de follaje trémulo
hacia otro, y sus heridas
como dos ojos son, llenos de ruego.
El leñador los olvidó. La noche
vendrá. Estaré con ellos.
Recibiré en mi corazón sus mansas
resinas. Me serán como de fuego.
¡Y mudos y ceñidos,
nos halle el día en un montón de duelo!
vendrá. Estaré con ellos.
Recibiré en mi corazón sus mansas
resinas. Me serán como de fuego.
¡Y mudos y ceñidos,
nos halle el día en un montón de duelo!
Incluido en el poemario "Desolación" de Gabriela Mistral
En 1997 la compañía maderera Pacific Lumber estaba talando un bosque de secuoyas en el condado de Humboldt (California). Para detener la tala y desaparición del bosque, Julia Butterfly Hill decidió vivir en las altas ramas de una secuoya de más de mil años de edad, a la que llamó Luna, y prometió no abandonarla hasta que detuvieran la destrucción del bosque. Su determinación y valor despertó consciencias y logró un gran apoyo social.
"La Pacific Lumber comenzó a talar árboles a mi alrededor. Aparecieron helicópteros, quemaron los bosques durante seis días, el humo destrozó mis ojos y mi garganta, y me llené de ampollas. Luego montaron guardias día y noche para que no me pudieran suministrar comida. Acabe amargada, chillando, dando golpes, al borde de la locura." (Entrevista completa)
En 1997 la compañía maderera Pacific Lumber estaba talando un bosque de secuoyas en el condado de Humboldt (California). Para detener la tala y desaparición del bosque, Julia Butterfly Hill decidió vivir en las altas ramas de una secuoya de más de mil años de edad, a la que llamó Luna, y prometió no abandonarla hasta que detuvieran la destrucción del bosque. Su determinación y valor despertó consciencias y logró un gran apoyo social.
"La Pacific Lumber comenzó a talar árboles a mi alrededor. Aparecieron helicópteros, quemaron los bosques durante seis días, el humo destrozó mis ojos y mi garganta, y me llené de ampollas. Luego montaron guardias día y noche para que no me pudieran suministrar comida. Acabe amargada, chillando, dando golpes, al borde de la locura." (Entrevista completa)
Finalmente (después de 738 días) Julia pudo descender triunfante de aquella secuoya, porque gracias a la
presión ejercida sobre la compañía maderera Lumber Pacific, esta renunció a exterminar a Luna y a sus otras
compañeras del bosque.
Publicado por: Ondine.
Publicado por: Ondine.
jueves, 13 de septiembre de 2012
* Un cuento de Hans Christian Andersen.*
La Sirenita.
En alta mar el agua es azul como los pétalos de la más hermosa
centaura, y clara como el cristal más puro; pero es tan profunda, que
sería inútil echar el ancla, pues jamás podría ésta alcanzar el fondo.
Habría que poner muchos campanarios, unos encima de otros, para que,
desde las honduras, llegasen a la superficie.
Pero no creáis que el fondo sea todo de arena blanca y helada; en él
crecen también árboles y plantas maravillosas, de tallo y hojas tan
flexibles, que al menor movimiento del agua se mueven y agitan como
dotadas de vida. Toda clase de peces, grandes y chicos, se deslizan por
entre las ramas, exactamente como hacen las aves en el aire. En el punto
de mayor profundidad se alza el palacio del rey del mar; las paredes
son de coral, y las largas ventanas puntiagudas, del ámbar más
transparente; y el tejado está hecho de conchas, que se abren y cierran
según la corriente del agua. Cada una de estas conchas encierra perlas
brillantísimas, la menor de las cuales honraría la corona de una reina.
Hacía muchos años que el rey del mar era viudo; su anciana madre
cuidaba del gobierno de la casa. Era una mujer muy inteligente, pero muy
pagada de su nobleza; por eso llevaba doce ostras en la cola, mientras
que los demás nobles sólo estaban autorizados a llevar seis. Por lo
demás, era digna de todos los elogios, principalmente por lo bien que
cuidaba de sus nietecitas, las princesas del mar. Estas eran seis, y
todas bellísimas, aunque la más bella era la menor; tenía la piel clara y
delicada como un pétalo de rosa, y los ojos azules como el lago más
profundo; como todas sus hermanas, no tenía pies; su cuerpo terminaba en
cola de pez.
Las princesas se pasaban el día jugando en las inmensas salas del
palacio, en cuyas paredes crecían flores. Cuando se abrían los grandes
ventanales de ámbar, los peces entraban nadando, como hacen en nuestras
tierras las golondrinas cuando les abrimos las ventanas. Y los peces se
acercaban a las princesas, comiendo de sus manos y dejándose acariciar.
Frente al palacio había un gran jardín, con árboles de color rojo de
fuego y azul oscuro; sus frutos brillaban como oro, y las flores
parecían llamas, por el constante movimiento de los pecíolos y las
hojas. El suelo lo formaba arena finísima, azul como la llama del
azufre. De arriba descendía un maravilloso resplandor azul; más que
estar en el fondo del mar, se tenía la impresión de estar en las capas
altas de la atmósfera, con el cielo por encima y por debajo.
Cuando no soplaba viento, se veía el sol; parecía una flor purpúrea, cuyo cáliz irradiaba luz.
La estatua representaba un niño hermosísimo, esculpido en un mármol muy blanco y nítido; las olas la habían arrojado al fondo del océano. La princesa plantó junto a la estatua un sauce llorón color de rosa; el árbol creció espléndidamente, y sus ramas colgaban sobre el niño de mármol, proyectando en el arenoso fondo azul su sombra violeta, que se movía a compás de aquéllas; parecía como si las ramas y las raíces jugasen unas con otras y se besasen.
Cada princesita tenía su propio trocito en el jardín, donde cavaba y plantaba lo que le venía en gana. Una había dado a su porción forma de ballena; otra había preferido que tuviese la de una sirenita. En cambio, la menor hizo la suya circular, como el sol, y todas sus flores eran rojas, como él. Era una chiquilla muy especial, callada y cavilosa, y mientras sus hermanas hacían gran fiesta con los objetos más raros procedentes de los barcos naufragados, ella sólo jugaba con una estatua de mármol, además de las rojas flores semejantes al sol.
La estatua representaba un niño hermosísimo, esculpido en un mármol muy blanco y nítido; las olas la habían arrojado al fondo del océano. La princesa plantó junto a la estatua un sauce llorón color de rosa; el árbol creció espléndidamente, y sus ramas colgaban sobre el niño de mármol, proyectando en el arenoso fondo azul su sombra violeta, que se movía a compás de aquéllas; parecía como si las ramas y las raíces jugasen unas con otras y se besasen.
Cada princesita tenía su propio trocito en el jardín, donde cavaba y plantaba lo que le venía en gana. Una había dado a su porción forma de ballena; otra había preferido que tuviese la de una sirenita. En cambio, la menor hizo la suya circular, como el sol, y todas sus flores eran rojas, como él. Era una chiquilla muy especial, callada y cavilosa, y mientras sus hermanas hacían gran fiesta con los objetos más raros procedentes de los barcos naufragados, ella sólo jugaba con una estatua de mármol, además de las rojas flores semejantes al sol.
Lo que más encantaba a la princesa era oír hablar del mundo de los
hombres, de allá arriba; la abuela tenía que contarle todo cuanto sabía
de barcos y ciudades, de hombres y animales. Se admiraba sobre todo de
que en la tierra las flores tuvieran olor, pues las del fondo del mar no
olían a nada; y la sorprendía también que los bosques fuesen verdes, y
que los peces que se movían entre los árboles cantasen tan
melodiosamente. Se refería a los pajarillos, que la abuela llamaba
peces, para que las niñas pudieran entenderla, pues no habían visto
nunca aves.
- Cuando cumpláis quince años -dijo la abuela- se os dará permiso
para salir de las aguas, sentaros a la luz de la luna en los arrecifes y
ver los barcos que pasan; entonces veréis también bosques y ciudades.
Al año siguiente, la mayor de las hermanas cumplió los quince años;
todas se llevaban un año de diferencia, por lo que la menor debía
aguardar todavía cinco, hasta poder salir del fondo del mar y ver cómo
son las cosas en nuestro mundo. Pero la mayor prometió a las demás que
al primer día les contaría lo que viera y lo que le hubiera parecido más
hermoso; pues por más cosas que su abuela les contase siempre quedaban
muchas que ellas estaban curiosas por saber.
Ninguna, sin embargo, se mostraba tan impaciente como la menor,
precisamente porque debía esperar aún tanto tiempo y porque era tan
callada y retraída. Se pasaba muchas noches asomada a la ventana,
dirigiendo la mirada a lo alto, contemplando, a través de las aguas
azuloscuro, cómo los peces correteaban agitando las aletas y la cola.
Alcanzaba también a ver la luna y las estrellas, que a través del agua
parecían muy pálidas, aunque mucho mayores de como las vemos nosotros.
Cuando una nube negra las tapaba, la princesa sabía que era una ballena
que nadaba por encima de ella, o un barco con muchos hombres a bordo,
los cuales jamás hubieran pensado en que allá abajo había una joven y
encantadora sirena que extendía las blancas manos hacia la quilla del
navío.
Llegó, pues, el día en que la mayor de las princesas cumplió quince años, y se remontó hacia la superficie del mar.
A su regreso traía mil cosas que contar, pero lo más hermoso de todo, dijo, había sido el tiempo que había pasado bajo la luz de la luna, en un banco de arena, con el mar en calma, contemplando la cercana costa con una gran ciudad, donde las luces centelleaban como millares de estrellas, y oyendo la música, el ruido y los rumores de los carruajes y las personas; también le había gustado ver los campanarios y torres y escuchar el tañido de las campanas.
¡Ah, con cuánta avidez la escuchaba su hermana menor! Cuando, ya anochecido, salió a la ventana a mirar a través de las aguas azules, no pensaba en otra cosa sino en la gran ciudad, con sus ruidos y su bullicio, y le parecía oír el son de las campanas, que llegaba hasta el fondo del mar.
Al año siguiente, la segunda obtuvo permiso para subir a la superficie y nadar en todas direcciones. Emergió en el momento preciso en que el sol se ponía, y aquel espectáculo le pareció el más sublime de todos. De un extremo el otro, el sol era como de oro -dijo-, y las nubes, ¡oh, las nubes, quién sería capaz de describir su belleza! Habían pasado encima de ella, rojas y moradas, pero con mayor rapidez volaba aún, semejante a un largo velo blanco, una bandada de cisnes salvajes; volaban en dirección al sol; pero el astro se ocultó, y en un momento desapareció el tinte rosado del mar y de las nubes.
Al cabo de otro año tocóle el turno a la hermana tercera, la más audaz de todas; por eso remontó un río que desembocaba en el mar. Vio deliciosas colinas verdes cubiertas de pámpanos, y palacios y cortijos que destacaban entre magníficos bosques; oyó el canto de los pájaros, y el calor del sol era tan intenso, que la sirena tuvo que sumergirse varias veces para refrescarse el rostro ardiente. En una pequeña bahía se encontró con una multitud de chiquillos que corrían desnudos y chapoteaban en el agua. Quiso jugar con ellos, pero los pequeños huyeron asustados, y entonces se le acercó un animalito negro, un perro; jamás había visto un animal parecido, y como ladraba terriblemente, la princesa tuvo miedo y corrió a refugiarse en alta mar. Nunca olvidaría aquellos soberbios bosques, las verdes colinas y el tropel de chiquillos, que podían nadar a pesar de no tener cola de pez.
La cuarta de las hermanas no fue tan atrevida; no se movió del alta mar, y dijo que éste era el lugar más hermoso; desde él se divisaba un espacio de muchas millas, y el cielo semejaba una campana de cristal. Había visto barcos, pero a gran distancia; parecían gaviotas; los graciosos delfines habían estado haciendo piruetas, y enormes ballenas la habían cortejado proyectando agua por las narices como centenares de surtidores.
Al otro año tocó el turno a la quinta hermana; su cumpleaños caía justamente en invierno; por eso vio lo que las demás no habían visto la primera vez. El mar aparecía intensamente verde, v en derredor flotaban grandes icebergs, parecidos a perlas -dijo- y, sin embargo, mucho mayores que los campanarios que construían los hombres. Adoptaban las formas más caprichosas y brillaban como diamantes. Ella se había sentado en la cúspide del más voluminoso, y todos los veleros se desviaban aterrorizados del lugar donde ella estaba, con su larga cabellera ondeando al impulso del viento; pero hacia el atardecer el cielo se había cubierto de nubes, y habían estallado relámpagos y truenos, mientras el mar, ahora negro, levantaba los enormes bloques de hielo que brillaban a la roja luz de los rayos. En todos los barcos arriaban las velas, y las tripulaciones eran presa de angustia y de terror; pero ella habla seguido sentada tranquilamente en su iceberg contemplando los rayos azules que zigzagueaban sobre el mar reluciente.
La primera vez que una de las hermanas salió a la superficie del agua, todas las demás quedaron encantadas oyendo las novedades y bellezas que había visto; pero una vez tuvieron permiso para subir cuando les viniera en gana, aquel mundo nuevo pasó a ser indiferente para ellas. Sentían la nostalgia del suyo, y al cabo de un mes afirmaron que sus parajes submarinos eran los más hermosos de todos, y que se sentían muy bien en casa.
Algún que otro atardecer, las cinco hermanas se cogían de la mano y subían juntas a la superficie. Tenían bellísimas voces, mucho más bellas que cualquier humano y cuando se fraguaba alguna tempestad, se situaban ante los barcos que corrían peligro de naufragio, y con arte exquisito cantaban a los marineros las bellezas del fondo del mar, animándolos a no temerlo; pero los hombres no comprendían sus palabras, y creían que eran los ruidos de la tormenta, y nunca les era dado contemplar las magnificencias del fondo, pues si el barco se iba a pique, los tripulantes se ahogaban, y al palacio del rey del mar sólo llegaban cadáveres.
Cuando, al anochecer, las hermanas, cogidas del brazo, subían a la superficie del océano, la menor se quedaba abajo sola, mirándolas con ganas de llorar; pero una sirena no tiene lágrimas, y por eso es mayor su sufrimiento.
- Ay si tuviera quince años! -decía -. Sé que me gustará el mundo de allá arriba, y amaré a los hombres que lo habitan.
Y como todo llega en este mundo, al fin cumplió los quince años. - Bien, ya eres mayor -le dijo la abuela, la anciana reina viuda-. Ven, que te ataviaré como a tus hermanas-. Y le puso en el cabello una corona de lirios blancos; pero cada pétalo era la mitad de una perla, y la anciana mandó adherir ocho grandes ostras a la cola de la princesa como distintivo de su alto rango.
- ¡Duele! -exclamaba la doncella.
- Hay que sufrir para ser hermosa -contestó la anciana.
La doncella de muy buena gana se habría sacudido todas aquellos adornos y la pesada diadema, para quedarse vestida con las rojas flores de su jardín; pero no se atrevió a introducir novedades. - ¡Adiós! - dijo, elevándose, ligera y diáfana a través del agua, como una burbuja.
A su regreso traía mil cosas que contar, pero lo más hermoso de todo, dijo, había sido el tiempo que había pasado bajo la luz de la luna, en un banco de arena, con el mar en calma, contemplando la cercana costa con una gran ciudad, donde las luces centelleaban como millares de estrellas, y oyendo la música, el ruido y los rumores de los carruajes y las personas; también le había gustado ver los campanarios y torres y escuchar el tañido de las campanas.
¡Ah, con cuánta avidez la escuchaba su hermana menor! Cuando, ya anochecido, salió a la ventana a mirar a través de las aguas azules, no pensaba en otra cosa sino en la gran ciudad, con sus ruidos y su bullicio, y le parecía oír el son de las campanas, que llegaba hasta el fondo del mar.
Al año siguiente, la segunda obtuvo permiso para subir a la superficie y nadar en todas direcciones. Emergió en el momento preciso en que el sol se ponía, y aquel espectáculo le pareció el más sublime de todos. De un extremo el otro, el sol era como de oro -dijo-, y las nubes, ¡oh, las nubes, quién sería capaz de describir su belleza! Habían pasado encima de ella, rojas y moradas, pero con mayor rapidez volaba aún, semejante a un largo velo blanco, una bandada de cisnes salvajes; volaban en dirección al sol; pero el astro se ocultó, y en un momento desapareció el tinte rosado del mar y de las nubes.
Al cabo de otro año tocóle el turno a la hermana tercera, la más audaz de todas; por eso remontó un río que desembocaba en el mar. Vio deliciosas colinas verdes cubiertas de pámpanos, y palacios y cortijos que destacaban entre magníficos bosques; oyó el canto de los pájaros, y el calor del sol era tan intenso, que la sirena tuvo que sumergirse varias veces para refrescarse el rostro ardiente. En una pequeña bahía se encontró con una multitud de chiquillos que corrían desnudos y chapoteaban en el agua. Quiso jugar con ellos, pero los pequeños huyeron asustados, y entonces se le acercó un animalito negro, un perro; jamás había visto un animal parecido, y como ladraba terriblemente, la princesa tuvo miedo y corrió a refugiarse en alta mar. Nunca olvidaría aquellos soberbios bosques, las verdes colinas y el tropel de chiquillos, que podían nadar a pesar de no tener cola de pez.
La cuarta de las hermanas no fue tan atrevida; no se movió del alta mar, y dijo que éste era el lugar más hermoso; desde él se divisaba un espacio de muchas millas, y el cielo semejaba una campana de cristal. Había visto barcos, pero a gran distancia; parecían gaviotas; los graciosos delfines habían estado haciendo piruetas, y enormes ballenas la habían cortejado proyectando agua por las narices como centenares de surtidores.
Al otro año tocó el turno a la quinta hermana; su cumpleaños caía justamente en invierno; por eso vio lo que las demás no habían visto la primera vez. El mar aparecía intensamente verde, v en derredor flotaban grandes icebergs, parecidos a perlas -dijo- y, sin embargo, mucho mayores que los campanarios que construían los hombres. Adoptaban las formas más caprichosas y brillaban como diamantes. Ella se había sentado en la cúspide del más voluminoso, y todos los veleros se desviaban aterrorizados del lugar donde ella estaba, con su larga cabellera ondeando al impulso del viento; pero hacia el atardecer el cielo se había cubierto de nubes, y habían estallado relámpagos y truenos, mientras el mar, ahora negro, levantaba los enormes bloques de hielo que brillaban a la roja luz de los rayos. En todos los barcos arriaban las velas, y las tripulaciones eran presa de angustia y de terror; pero ella habla seguido sentada tranquilamente en su iceberg contemplando los rayos azules que zigzagueaban sobre el mar reluciente.
La primera vez que una de las hermanas salió a la superficie del agua, todas las demás quedaron encantadas oyendo las novedades y bellezas que había visto; pero una vez tuvieron permiso para subir cuando les viniera en gana, aquel mundo nuevo pasó a ser indiferente para ellas. Sentían la nostalgia del suyo, y al cabo de un mes afirmaron que sus parajes submarinos eran los más hermosos de todos, y que se sentían muy bien en casa.
Algún que otro atardecer, las cinco hermanas se cogían de la mano y subían juntas a la superficie. Tenían bellísimas voces, mucho más bellas que cualquier humano y cuando se fraguaba alguna tempestad, se situaban ante los barcos que corrían peligro de naufragio, y con arte exquisito cantaban a los marineros las bellezas del fondo del mar, animándolos a no temerlo; pero los hombres no comprendían sus palabras, y creían que eran los ruidos de la tormenta, y nunca les era dado contemplar las magnificencias del fondo, pues si el barco se iba a pique, los tripulantes se ahogaban, y al palacio del rey del mar sólo llegaban cadáveres.
Cuando, al anochecer, las hermanas, cogidas del brazo, subían a la superficie del océano, la menor se quedaba abajo sola, mirándolas con ganas de llorar; pero una sirena no tiene lágrimas, y por eso es mayor su sufrimiento.
- Ay si tuviera quince años! -decía -. Sé que me gustará el mundo de allá arriba, y amaré a los hombres que lo habitan.
Y como todo llega en este mundo, al fin cumplió los quince años. - Bien, ya eres mayor -le dijo la abuela, la anciana reina viuda-. Ven, que te ataviaré como a tus hermanas-. Y le puso en el cabello una corona de lirios blancos; pero cada pétalo era la mitad de una perla, y la anciana mandó adherir ocho grandes ostras a la cola de la princesa como distintivo de su alto rango.
- ¡Duele! -exclamaba la doncella.
- Hay que sufrir para ser hermosa -contestó la anciana.
La doncella de muy buena gana se habría sacudido todas aquellos adornos y la pesada diadema, para quedarse vestida con las rojas flores de su jardín; pero no se atrevió a introducir novedades. - ¡Adiós! - dijo, elevándose, ligera y diáfana a través del agua, como una burbuja.
miércoles, 12 de septiembre de 2012
Gabriela Mistral: "La espera inútil".
Yo me olvidé que se hizo
ceniza tu pie ligero,
y, como en los buenos tiempos,
salí a encontrarte al sendero.
ceniza tu pie ligero,
y, como en los buenos tiempos,
salí a encontrarte al sendero.
Pasé
valle, llano y río
y el cantar se me hizo triste.
La tarde volcó su vaso
de luz ¡y tú no viniste!
y el cantar se me hizo triste.
La tarde volcó su vaso
de luz ¡y tú no viniste!
El
sol fue desmenuzando
su ardida y muerta amapola;
flecos de niebla temblaron
sobre el campo. ¡Estaba sola!
su ardida y muerta amapola;
flecos de niebla temblaron
sobre el campo. ¡Estaba sola!
Al
viento otoñal, de un árbol
crujió el blanqueado brazo.
Tuve miedo y te llamé:
"¡Amado, apresura el paso!
crujió el blanqueado brazo.
Tuve miedo y te llamé:
"¡Amado, apresura el paso!
Tengo
miedo y tengo amor,
¡amado, el paso apresura!"
Iba espesando la noche
y creciendo mi locura.
¡amado, el paso apresura!"
Iba espesando la noche
y creciendo mi locura.
Me
olvidé de que te hicieron
sordo para mi clamor;
me olvidé de tu silencio
y de tu cárdeno albor;
sordo para mi clamor;
me olvidé de tu silencio
y de tu cárdeno albor;
de
tu inerte mano torpe
ya para buscar mi mano;
¡de tus ojos dilatados
del inquirir soberano!
ya para buscar mi mano;
¡de tus ojos dilatados
del inquirir soberano!
La
noche ensanchó su charco
de betún; el agorero
búho con la horrible seda
de su ala rasgó el sendero.
de betún; el agorero
búho con la horrible seda
de su ala rasgó el sendero.
No
te volveré a llamar,
que ya no haces tu jornada;
mi desnuda planta sigue,
la tuya está sosegada.
que ya no haces tu jornada;
mi desnuda planta sigue,
la tuya está sosegada.
Vano
es que acuda a la cita
por los caminos desiertos.
¡No ha de cuajar tu fantasma
entre mis brazos abiertos!
por los caminos desiertos.
¡No ha de cuajar tu fantasma
entre mis brazos abiertos!
Incluido en el poemario "Desolación" de Gabriela Mistral.
martes, 11 de septiembre de 2012
“Brinicle”
También conocido como “estalactita de hielo o carámbanos de la muerte”, el “Brinicle” es un fenómeno de la naturaleza terrible e impactante.
Me quedé con la boca abierta cuando vi las imágenes ,captadas por vez primera, por los camarógrafos de la BBC, Hugh Miller y Doug Anderson, en la isla de Razorback, en el archipiélago antártico de Ross.
Al parecer mientras exploraban la zona se encontraron dos o tres de estos sorprendentes carámbanos y aprovecharon la ocasión para grabar en time lapse la fantástica secuencia del vídeo que encontraréis más adelante.
El factor mortal sale a escena cuando en el camino de estos brazos de hielo se cruza cualquier pequeña criatura marina.
Publicado por: Ondine y Peter.
Me quedé con la boca abierta cuando vi las imágenes ,captadas por vez primera, por los camarógrafos de la BBC, Hugh Miller y Doug Anderson, en la isla de Razorback, en el archipiélago antártico de Ross.
Al parecer mientras exploraban la zona se encontraron dos o tres de estos sorprendentes carámbanos y aprovecharon la ocasión para grabar en time lapse la fantástica secuencia del vídeo que encontraréis más adelante.
Resumiendo un poco, la explicación
científica dice que este fenómeno tiene lugar, cuando al congelarse el agua de mar su sal se va
concentrando en los pequeños canales del hielo y estos canales a su vez van concentrándose en un sumidero que desciende lentamente debido a que su temperatura es mucho menor que la del agua que lo rodea.
El factor mortal sale a escena cuando en el camino de estos brazos de hielo se cruza cualquier pequeña criatura marina.
Publicado por: Ondine y Peter.
domingo, 9 de septiembre de 2012
Gabriela Mistral: "Interrogaciones".
¿Cómo quedan, Señor, durmiendo los suicidas?
¿Un cuajo entre la boca, las dos sienes vaciadas,
las lunas de los ojos albas y engrandecidas,
hacia un ancla invisible las manos orientadas?
¿O Tú llegas después que los hombres se han ido,
y les bajas el párpado sobre el ojo cegado,
acomodas las vísceras sin dolor y sin ruido
y entrecruzas las manos sobre el pecho callado?
El rosal que los vivos riegan sobre su huesa
¿no le pinta a sus rosas unas formas de heridas?
¿no tiene acre el olor, siniestra la belleza
y las frondas menguadas de serpientes tejidas?
Y responde, Señor: cuando se fuga el alma,
por la mojada puerta de las largas heridas,
¿entra en la zona tuya hendiendo el aire en calma
o se oye un crepitar de alas enloquecidas?
¿Angosto cerco lívido se aprieta en torno suyo?
¿El éter es un campo de monstruos florecido?
¿En el pavor no aciertan ni con el nombre tuyo?
¿O lo gritan, y sigue tu corazón dormido?
¿No hay un rayo de sol que los alcance un día?
¿No hay agua que los lave de sus estigmas rojos?
¿Para ellos solamente queda tu entraña fría,
sordo tu oído fino y apretados tus ojos?
Tal el hombre asegura, por error o malicia;
mas yo, que te he gustado, como un vino, Señor,
mientras los otros siguen llamándote Justicia,
no te llamaré nunca otra cosa que Amor!
Yo sé que como el hombre fue siempre zarpa dura;
la catarata, vértigo; aspereza, la sierra,
Tú eres el vaso donde se esponjan de dulzura
los nectarios de todos los huertos de la Tierra!
Incluido en el poemario "Desolación" de Gabriela Mistral.
sábado, 8 de septiembre de 2012
Rarezas y cosillas del día a día humano.
jueves, 6 de septiembre de 2012
Gabriela Mistral: "Elogio de la canción".
(Prólogo de Canciones, del mexicano Torres Bodet) |
¡Boca temblorosa,
boca de canción:
boca, la de Teócrito
y de Salomón!
La mayor caricia
que recibe el mundo,
abrazo el más vivo,
beso el más profundo.
Es el beso ardiente
de una canción:
la de Anacreonte
o de Salomón.
Como el pino mana
su resina suave,
como va espesándose
el plumón del ave,
entre las entrañas
se hace la canción,
y un hombre la vierte
blanco de pasión.
Todo ha sido sorbo,
para las canciones:
cielo, tierra, mares,
civilizaciones...
Cabe el mundo entero
en una canción:
se trenza hecha mirto
con el corazón.
Alabo las bocas
que dieron canción
la de Omar Khayyam,
la de Salomón.
Hombre, carne ciega,
el rostro levanta
a la maravilla
del hombre que canta.
Todo lo que tú amas
en tierra y en cielo,
está entre tus labios
pálidos de anhelo.
Y cuando te pones
su canto a escuchar,
tus entrañas se hacen
vivas como el mar.
Vivió en el Anáhuac,
también en Sión:
es Netzagualcoyotl
como Salomón.
Aguijón de abeja
lleva la canción:
aunque va enmielada
punza de aflicción.
Reyes y mendigos
mecen sus rodillas:
mueve ella las almas
como las gavillas.
Amad al que trae
boca de canción:
el cantor es madre
de la Creación.
Se llamó Petrarca,
se llama Tagore:
numerosos nombres
del inmenso amor.
para las canciones:
cielo, tierra, mares,
civilizaciones...
Cabe el mundo entero
en una canción:
se trenza hecha mirto
con el corazón.
Alabo las bocas
que dieron canción
la de Omar Khayyam,
la de Salomón.
Hombre, carne ciega,
el rostro levanta
a la maravilla
del hombre que canta.
Todo lo que tú amas
en tierra y en cielo,
está entre tus labios
pálidos de anhelo.
Y cuando te pones
su canto a escuchar,
tus entrañas se hacen
vivas como el mar.
Vivió en el Anáhuac,
también en Sión:
es Netzagualcoyotl
como Salomón.
Aguijón de abeja
lleva la canción:
aunque va enmielada
punza de aflicción.
Reyes y mendigos
mecen sus rodillas:
mueve ella las almas
como las gavillas.
Amad al que trae
boca de canción:
el cantor es madre
de la Creación.
Se llamó Petrarca,
se llama Tagore:
numerosos nombres
del inmenso amor.
Envío
México, te alabo,
en esta garganta,
porque hecha de limo
de tus ríos, canta.
Paisaje de Anáhuac,
suave amor eterno,
en estas estrofas
te has hecho falerno.
Al que te ha cantado
digo bendición:
por Netzahualcoyotl
Y por Salomón!
en esta garganta,
porque hecha de limo
de tus ríos, canta.
Paisaje de Anáhuac,
suave amor eterno,
en estas estrofas
te has hecho falerno.
Al que te ha cantado
digo bendición:
por Netzahualcoyotl
Y por Salomón!
Incluido en el poemario "Desolación" de Gabriela Mistral.
miércoles, 5 de septiembre de 2012
Origen del día Internacional de la Mujer Indígena.
La insurrección indígena había estallado en todos los Andes. Quechuas y Aimaras engrosaban las fuerzas rebeldes lideradas por Túpac Amaru II y Micaela Bastidas en el corazón del antiguo incanato y por Túpac Catari en el Alto Perú. Bartolina Sisa, hija de José Sisa y Josefa Vargas, quienes se dedicaban al comercio, tanto de hojas de coca como de tejidos, recorría asiduamente gracias a esta actividad los pueblos y comunidades de la región. En Sica-Sica conoció a quien luego sería su esposo, Tupac Katari. Ambos consagraron su vida a luchar contra la opresión de los colonizadores, buscando una vida digna y libre para sus hermanos indígenas. No sin coordinación previa, los líderes de la insurrección lograron poner en jaque el orden colonial, cuando cerca de cien mil hombres y mujeres se levantaron en armas contra la explotación y por la justicia.
En el sur, Bartolina comandó las fuerzas rebeldes que asediaban La Paz. Junto a su esposo o sola, encaró la conducción de las milicias populares con destacado arrojo y valentía. Las milicias aimaras combatieron heroicamente contra las tropas colonialistas, a las que estuvieron a punto de derrotar. Pero el 2 de julio cuando se dirigía al campamento de Pampajasi, sus acompañantes la entregaron como prisionera de guerra a Sebastian Segurola. Fue llevada a La Paz. Allí la torturaron, tras ser recibida
con piedras e insultos, y Segurola la dejó con vida solo con el propósito de utilizarla como carnada para capturar a Tupac Katari.
Ejecutado Katari y sus seguidores, en noviembre de 1781, y entendiendo que no tenía sentido mantener a Bartolina viva, los colonialistas decidieron sobre su suerte:
"A Bartolina Sisa Mujer del Feroz Julián Apaza o Tupac Catari, en pena ordinaria de suplicio, que sea sacada del cuartel a la plaza mayor atada a la cola de un caballo, con una soga al cuello y plumas, un aspa afianzada sobre un bastón de palo en la mano y conducida por la voz del pregonero a la Horca hasta que muera, y después se clave su cabeza y manos en Picotas con el rótulo correspondiente, para el escarmiento público en los lugares de Cruzpata, Alto de San Pedro, y Pampajasi donde estaba acampada y presidía sus juntas sediciosas; y después de días se conduzca la cabeza a los pueblos de Ayo-ayo y Sapahagui en la Provincia de Sica-sica, con orden para que se quemen después de un tiempo y se arrojen las cenizas al aire, donde estime convenir".
"A Bartolina Sisa Mujer del Feroz Julián Apaza o Tupac Catari, en pena ordinaria de suplicio, que sea sacada del cuartel a la plaza mayor atada a la cola de un caballo, con una soga al cuello y plumas, un aspa afianzada sobre un bastón de palo en la mano y conducida por la voz del pregonero a la Horca hasta que muera, y después se clave su cabeza y manos en Picotas con el rótulo correspondiente, para el escarmiento público en los lugares de Cruzpata, Alto de San Pedro, y Pampajasi donde estaba acampada y presidía sus juntas sediciosas; y después de días se conduzca la cabeza a los pueblos de Ayo-ayo y Sapahagui en la Provincia de Sica-sica, con orden para que se quemen después de un tiempo y se arrojen las cenizas al aire, donde estime convenir".
Hace 230 años, el 5 de septiembre de 1782, Bartolina Sisa fue ejecutada, pero antes sus verdugos retocaron su martirio flagelando, violando, y exhibiendo su cuerpo desnudo sobre un burro en la plaza colonial, hoy llamada "Plaza Murillo".
Fue ahorcada y descuartizada, exhibieron su cabeza en Jayujayu-Marka
clavada en la punta de una picota, "para escarmiento de los indios", y sus extremidades fueron enviadas a Tinta-Marka,
una comunidad situada en la actual república del Perú y a distintos
lugares de los ayllus y caminos donde luchó, por los derechos de sus hermanos indígenas.
En conmemoración a esa heroína del pueblo sudamericano, se decretó en el año 1983 (por el Segundo Encuentro de Organizaciones y Movimientos de América en Tihuanacu, Bolivia) que cada 5 de
Septiembre, se celebre el Día Internacional de la Mujer Indígena.
Realmente no se sabe cual era el aspecto de Bartolina Sisa ni el de su esposo Tupac Katari, sin embargo artistas y conocedores de su historia los imaginan y representan constantemente, evitando así que se olviden sus logros y sacrificios.
Mural en alto relieve conmemorativo a la lucha de las Heroínas de la Coronilla.
|
Hoy miércoles, la Casa de la Moneda de Chile presentó en el Palacio de Gobierno de La Paz, cinco monedas de oro en honor al "Bicentenario del Grito Libertario en América Latina".
Las monedas presentan la efigie del
presidente de Bolivia, Evo Morales, en una cara, y la leyenda "Bolivia para Todos -
Complementariedad - Consenso - Equilibrio - Identidad", en la otra cara, junto a los
rostros de Bartolina Sisa y Tupac Katari, los líderes de la rebelión indígena durante la colonia.
Publicado por: Ondine
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