viernes, 4 de mayo de 2012

Si (Rudyard Kipling)

Queremos compartir hoy, las encantadoras palabras que ha dedicado en su blog una maestra de primaria a sus alumnos; principalmente porque nos ha recordado nuestros días junto a algunos profesores inolvidables y lo maravilloso que es encontrarse frente a una persona, que ha elegido un trabajo porque siente verdadera vocación hacia el.
Esperamos que despierte en ustedes tan buenos recuerdos como en nosotros.

Si de algo sé que servirá este rinconcito personal en la desmesurada red, sin duda será para encontrar mi propia voz entre los pensamientos que no se verbalizan, para sentir en palabras lo que en algún instante me emociona, me contrae, me hace despertar a la lucidez del momento en un impulso incontenible.
Hoy, en clase, hemos leído un poema titulado “Si” (“If” en inglés) perteneciente al escritor británico Rudyard Kipling (escucharéis hablar más de él en este blog en los días venideros). Estos versos excepcionales fueron escritos para su querido hijo en 1896. El poema está incluido en el libro “Precisamente así fue”, fascinante recopilación de cuentos cortos con ilustraciones del propio autor para explicar al infante algunos de los misterios del mundo animal haciendo uso de la fantasía y que estamos leyendo para preparar la exposición de la Semana Cultural del colegio.
Si ya es emotivo y conmovedor en sí, al estar en el libro tanto en su versión traducida al castellano como en la original, me habéis pedido con el entusiasmo propio de los niños de vuestra edad que lo leyera en esta versión también, petición a la que no me he podido negar como vuestra maestra de inglés que soy, tras al menos pediros que a la vez leáis vosotros mismos también los versos intentando comprender lo que se expresa a través de ellos. Nunca en clase un silencio ha sido tan turbador para mí como el de ese momento.
Algo presionada por las circunstancias y sintiéndome a examen, he afilado mi lengua y mi  aparato fonador para que los sonidos anglosajones resultaran lo más acertados posibles, el tono lo más cercano y parecido, así como la acentuación y el ritmo propio del idioma.
Ha debido ser bastante creíble, porque cuando he terminado todos habéis aplaudido exaltadamente con devoción y empeño, afirmando emocionados lo que os gustaría hablar en inglés y poder expresaros de esa manera en el idioma.
Ha sido un momento muy conmovedor para mí, chicos. No por el reconocimiento a años de esfuerzo para aprender una segunda lengua y los frutos obtenidos tras este trabajo. No sólo por eso. En primer lugar, porque disfruto profundamente viendo cómo soñáis con el aprendizaje, cómo sembráis ahora las inquietudes futuras que pueden determinar vuestros pasos y elecciones en el mañana. Por otro lado, ¡veo tanta vida y energía en todos vosotros! Tantas oportunidades para inventaros lo que queréis ser, lo que queréis vivir, las medidas de vuestro propio camino, la construcción de vuestra propia historia. Tenéis dos pilares enormes que os sostienen firmemente: el tiempo, que es vuestro mejor aliado ya que disfrutáis de su abundancia, y el empuje y arrojo de la juventud a la que estáis entrando mientras dejáis atrás vuestros rasgos infantiles.
A vuestra edad yo aún no había aprendido ni una palabra de inglés ni hubiera podido situar Inglaterra en un mapa, pero ahora me admiráis por cómo hablo este idioma. Imaginad cuantas cosas están a vuestro alcance sólo con desearlo fervorosamente y ponerse intensamente a ello. Disfrutándolo, haciéndolo vuestro. Porque ahora estáis en el punto de partida, en el extraordinario momento de las oportunidades. Por eso insisto y me enfado y desespero a veces. Porque no queréis verlo, porque tenéis el mundo a vuestros pies y a veces siento que queréis pasar de puntillas, desapercibidos, sin hacer ruido.
¡Id y salid a conquistarlo, es vuestro y os pertenece!
Mucha de la emoción que nació en mí al leeros este poema hoy se debe a que, en parte, también podría ser una dedicatoria a vosotros, chicos y chicas de clase. Vosotros y vosotras, que os estáis abriendo a la vida adulta, que pronto tendréis que lidiar tensas batallas en campos extraños a lo que hasta ahora habéis conocido. Rudyard Kipling dedicó este poema a su hijo John cuando éste tenía trece años, uno o dos más de los que tenéis ahora vosotros. La edad perfecta para amontonar toda la sabiduría que podáis de las palabras, de la lectura, de la literatura y las historias que trabajamos y en cierto modo vivimos en clase, para que tengáis un bagaje personal al cual podáis acudir a modo de brújula en momentos de incertidumbre y duda.
Recordad algún día, cuando lo necesitéis, las palabras que el bueno de Rudyard dedicó a su hijo, y que un día en clase os leí y os dediqué yo, vuestra maestra, en la lengua nativa de su autor…
Recuerda algún día, cuando vueles lejos, que  SI……
      
Si puedes conservar la cabeza cuando a tu alrededor
todos la pierden y te echan la culpa;
si puedes confiar en ti mismo cuando los demás dudan de ti,
pero al mismo tiempo tienes en cuenta su duda;
si puedes esperar y no cansarte de la espera,
o siendo engañado por los que te rodean, no pagar con mentiras,
o siendo odiado no dar cabida al odio,
y no obstante no parecer demasiado bueno, ni hablar con demasiada sabiduría.

Si puedes soñar y no dejar que los sueños te dominen;
si puedes pensar y no hacer de los pensamientos tu objetivo;
si puedes encontrarte con el triunfo y el fracaso (desastre)
y tratar a estos dos impostores de la misma manera;
si puedes soportar el escuchar la verdad que has dicho:
tergiversada por bribones para hacer una trampa para los necios,
o contemplar destrozadas las cosas a las que habías dedicado tu vida
y agacharte y reconstruirlas con las herramientas desgastadas.

Si puedes tomar todos tus triunfos
y arriesgarlo todo de una vez a una sola carta,
y perder, y comenzar de nuevo por el principio
y no dejar de escapar nunca una palabra sobre tu pérdida;
y si puedes obligar a tu corazón, a tus nervios y a tus músculos
a servirte en tu camino mucho después de que hayan perdido su fuerza,
excepto La Voluntad que les dice “!Continuad!”.

Si puedes hablar con la multitud y perseverar en la virtud 
o caminar entre Reyes y no cambiar tu manera de ser;
si ni los enemigos ni los buenos amigos pueden dañarte,
si todos los hombres cuentan contigo pero ninguno demasiado;
si puedes emplear el inexorable minuto
recorriendo una distancia que valga los sesenta segundos
tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella,
y lo que es más, serás un hombre, hijo mío. 


Publicado en: "El vuelo de la cometa" el día 11 de abril de 2012. 

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