Queremos compartir hoy, las encantadoras palabras que ha dedicado en su blog una maestra de primaria a sus alumnos; principalmente porque nos ha recordado nuestros días junto a algunos profesores inolvidables y lo maravilloso que es encontrarse frente a una persona, que ha elegido un trabajo porque siente verdadera vocación hacia el.
Esperamos que despierte en ustedes tan buenos recuerdos como en nosotros.
 Si de algo sé que servirá este rinconcito personal en la 
desmesurada red, sin duda será para encontrar mi propia voz entre los 
pensamientos que no se verbalizan, para sentir en palabras lo que en 
algún instante me emociona, me contrae, me hace despertar a la lucidez 
del momento en un impulso incontenible.
Si de algo sé que servirá este rinconcito personal en la 
desmesurada red, sin duda será para encontrar mi propia voz entre los 
pensamientos que no se verbalizan, para sentir en palabras lo que en 
algún instante me emociona, me contrae, me hace despertar a la lucidez 
del momento en un impulso incontenible.
Esperamos que despierte en ustedes tan buenos recuerdos como en nosotros.
 Si de algo sé que servirá este rinconcito personal en la 
desmesurada red, sin duda será para encontrar mi propia voz entre los 
pensamientos que no se verbalizan, para sentir en palabras lo que en 
algún instante me emociona, me contrae, me hace despertar a la lucidez 
del momento en un impulso incontenible.
Si de algo sé que servirá este rinconcito personal en la 
desmesurada red, sin duda será para encontrar mi propia voz entre los 
pensamientos que no se verbalizan, para sentir en palabras lo que en 
algún instante me emociona, me contrae, me hace despertar a la lucidez 
del momento en un impulso incontenible.
Hoy, en clase, hemos leído un poema titulado “Si” (“If” en inglés) perteneciente al escritor británico Rudyard Kipling
 (escucharéis hablar más de él en este blog en los días venideros). 
Estos versos excepcionales fueron escritos para su querido hijo en 1896.
 El poema está incluido en el libro “Precisamente así fue”, fascinante
 recopilación de cuentos cortos con ilustraciones del propio autor para 
explicar al infante algunos de los misterios del mundo animal haciendo 
uso de la fantasía y que estamos leyendo para preparar la exposición de 
la Semana Cultural del colegio.
Si ya es emotivo y conmovedor en sí, al estar en el libro tanto en su
 versión traducida al castellano como en la original, me habéis pedido 
con el entusiasmo propio de los niños de vuestra edad que lo leyera en 
esta versión también, petición a la que no me he podido negar como 
vuestra maestra de inglés que soy, tras al menos pediros que a la vez 
leáis vosotros mismos también los versos intentando comprender lo que se
 expresa a través de ellos. Nunca en clase un silencio ha sido tan 
turbador para mí como el de ese momento.
Algo presionada por las circunstancias y sintiéndome a examen, he afilado mi lengua y mi aparato fonador para que los sonidos anglosajones resultaran lo más acertados posibles, el tono lo más cercano y parecido, así como la acentuación y el ritmo propio del idioma.
Ha debido ser bastante creíble, porque cuando he terminado todos habéis aplaudido exaltadamente con devoción y empeño, afirmando emocionados lo que os gustaría hablar en inglés y poder expresaros de esa manera en el idioma.
Algo presionada por las circunstancias y sintiéndome a examen, he afilado mi lengua y mi aparato fonador para que los sonidos anglosajones resultaran lo más acertados posibles, el tono lo más cercano y parecido, así como la acentuación y el ritmo propio del idioma.
Ha debido ser bastante creíble, porque cuando he terminado todos habéis aplaudido exaltadamente con devoción y empeño, afirmando emocionados lo que os gustaría hablar en inglés y poder expresaros de esa manera en el idioma.
Ha sido un momento muy conmovedor para mí, chicos. No por el 
reconocimiento a años de esfuerzo para aprender una segunda lengua y los
 frutos obtenidos tras este trabajo. No sólo por eso. En primer lugar, 
porque disfruto profundamente viendo cómo soñáis con el aprendizaje, 
cómo sembráis ahora las inquietudes futuras que pueden determinar 
vuestros pasos y elecciones en el mañana. Por otro lado, ¡veo tanta vida
 y energía en todos vosotros! Tantas oportunidades para inventaros lo 
que queréis ser, lo que queréis vivir, las medidas de vuestro propio 
camino, la construcción de vuestra propia historia. Tenéis dos pilares 
enormes que os sostienen firmemente: el tiempo, que es vuestro mejor 
aliado ya que disfrutáis de su abundancia, y el empuje y arrojo de la 
juventud a la que estáis entrando mientras dejáis atrás vuestros rasgos 
infantiles.
A vuestra edad yo aún no había aprendido ni una palabra de inglés ni 
hubiera podido situar Inglaterra en un mapa, pero ahora me admiráis por 
cómo hablo este idioma. Imaginad cuantas cosas están a vuestro alcance 
sólo con desearlo fervorosamente y ponerse intensamente a ello. 
Disfrutándolo, haciéndolo vuestro. Porque ahora estáis en el punto de 
partida, en el extraordinario momento de las oportunidades. Por eso 
insisto y me enfado y desespero a veces. Porque no queréis verlo, porque
 tenéis el mundo a vuestros pies y a veces siento que queréis pasar de 
puntillas, desapercibidos, sin hacer ruido.
¡Id y salid a conquistarlo, es vuestro y os pertenece!
¡Id y salid a conquistarlo, es vuestro y os pertenece!
Mucha de la emoción que nació en mí al leeros este poema hoy se debe a
 que, en parte, también podría ser una dedicatoria a vosotros, chicos y 
chicas de clase. Vosotros y vosotras, que os estáis abriendo a la vida 
adulta, que pronto tendréis que lidiar tensas batallas en campos 
extraños a lo que hasta ahora habéis conocido. Rudyard Kipling dedicó 
este poema a su hijo John cuando éste tenía trece años, uno o dos más de
 los que tenéis ahora vosotros. La edad perfecta para amontonar toda la 
sabiduría que podáis de las palabras, de la lectura, de la literatura y 
las historias que trabajamos y en cierto modo vivimos en clase, para que
 tengáis un bagaje personal al cual podáis acudir a modo de brújula en 
momentos de incertidumbre y duda.
Recordad algún día, cuando lo necesitéis, las palabras que el bueno 
de Rudyard dedicó a su hijo, y que un día en clase os leí y os dediqué 
yo, vuestra maestra, en la lengua nativa de su autor…
Recuerda algún día, cuando vueles lejos, que  SI……
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Si puedes conservar la cabeza cuando a tu alrededor 
todos la pierden y te echan la culpa; 
si puedes confiar en ti mismo cuando los demás dudan de ti, 
pero al mismo tiempo tienes en cuenta su duda; 
si puedes esperar y no cansarte de la espera, 
o siendo engañado por los que te rodean, no pagar con mentiras, 
o siendo odiado no dar cabida al odio, 
y no obstante no parecer demasiado bueno, ni hablar con demasiada sabiduría. 
Si puedes soñar y no dejar que los sueños te dominen; 
si puedes pensar y no hacer de los pensamientos tu objetivo; 
si puedes encontrarte con el triunfo y el fracaso (desastre) 
y tratar a estos dos impostores de la misma manera; 
si puedes soportar el escuchar la verdad que has dicho: 
tergiversada por bribones para hacer una trampa para los necios, 
o contemplar destrozadas las cosas a las que habías dedicado tu vida 
y agacharte y reconstruirlas con las herramientas desgastadas. 
Si puedes tomar todos tus triunfos 
y arriesgarlo todo de una vez a una sola carta, 
y perder, y comenzar de nuevo por el principio 
y no dejar de escapar nunca una palabra sobre tu pérdida; 
y si puedes obligar a tu corazón, a tus nervios y a tus músculos 
a servirte en tu camino mucho después de que hayan perdido su fuerza, 
excepto La Voluntad que les dice “!Continuad!”. 
Si puedes hablar con la multitud y perseverar en la virtud  
o caminar entre Reyes y no cambiar tu manera de ser; 
si ni los enemigos ni los buenos amigos pueden dañarte, 
si todos los hombres cuentan contigo pero ninguno demasiado; 
si puedes emplear el inexorable minuto 
recorriendo una distancia que valga los sesenta segundos 
tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella, 
y lo que es más, serás un hombre, hijo mío.  | 
 
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