La desagradable situación que en este momento está soportando el pueblo ecuatoriano, me ha llenado de una profunda consternación y vergüenza ajena.
Vergüenza, porque me parece escandaloso el hecho de que la propia policía (el cuerpo gubernamental que debería velar por la seguridad del pueblo), no solo haya dejado en el olvido sus obligaciones, sino que además este sembrando el caos, propiciando el escenario perfecto para que vándalos y ladrones campen a sus anchas, y generando odios racionales e irracionales en todo el país.
Vergüenza, porque no entiendo el cinismo de muchos de estos policías que realmente se quejan hoy, porque se intenta frenar su corrupción y privilegios económicos; porque ven peligrar su poder desmesurado para hacer y deshacer las cosas a su antojo, porque nuevamente surge alguien en el gobierno que no quiere mirar hacia otro lado y desea cambiar poco a poco, lo que todos los ecuatorianos sabemos que va mal en nuestro país.
¿Como van a ir bien las cosas, si no se puede confiar en la policía?
Siempre he pensado que hace falta una limpieza de personal en este sector, pero jamás imaginé que pudieran estar tan borrachos de su estilo de vida, como para intentar acabar con el gobierno que todos hemos elegido democráticamente, con tal de que las cosas sigan como a ellos les gusta.
Es sabido que quién tiene poder y dinero siempre quiere más, pero en algún lugar de mi ser imaginaba que esa gente al menos tendría una conciencia distinta, vocacional, por el hecho de haberse hecho policías.
Me equivoqué, son como la mayoría de políticos ricos que viven o han pasado por nuestro país.
Ahora y como siempre, lo que más lamento es que los perjudicados por estas acciones sean trabajadores, comerciantes, y el pueblo en general.
Porque los daños serán cuantiosos, el malestar difícil de olvidar, y esperemos que no se pierdan vidas (de ambos lados) cuando el ejército actúe contra la ex-policía del pueblo.
Publicado por: Ondine
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