lunes, 5 de marzo de 2012

A Luis Cernuda, aire del sur buscado en Inglaterra.
 Si el aire se dijera un día:
  —Estoy cansado,
 Rendido de mi nombre... Ya no quiero
 Ni mi inicial para firmar el bucle
 Del clavel, el rizado de la rosa,
 El pliegecillo fino del arroyo,
 El gracioso volante de la mar y el hoyuelo
 Que ríe en la mejilla de la vela...

 Desorientado, subo de las blandas,
 Dormidas superficies
 Que dan casa a mi sueño.
 Fluyo de las paradas enredaderas, calo
 Los ciegos ajimeces de las torres;
 Tuerzo, ya pura delgadez, las calles
 De afiladas esquinas, penetrando,
 Roto y herido de los quicios, hondos
 Zaguanes que se van a verdes patios
 Donde el agua elevada me recuerda,
 Dulce y desesperada, mi deseo...

 Busco y busco llamarme

 ¿Con qué nueva palabra, de qué modo?
 ¿No hay soplo, no hay aliento,
 Respiración capaz de poner alas
 A esa desconocida voz que me denomine?

 Desalentado, busco y busco un signo,
 Un algo o alguien que me sustituya
 Que sea como yo y en la memoria
 Fresca de todo aquello, susceptible
 De tenue cuna y cálido susurro,
 Perdure con el mismo
 Temblor, el mismo hálito
 Que tuve la primera
 Mañana en que al nacer, la luz me dijo:
 —Vuela. Tú eres el aire.

 Si el aire se dijera un día eso...
 
 Rafael Alberti 
 

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